Cómo cultivar culturas de cambios: Ximena Abogabir, Travesía 100 y Casa de la Paz, Chile
Escrito por
Daniela Bolivar
·
23 julio, 2021
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En este episodio estamos aprendiendo que:
Para que los emprendimientos continúen es fundamental soltar el poder, desapegarse y empezar a pensar cuál es mi nuevo proyecto de vida.
La palabra clave es: identificar un propósito. Este se debe enganchar en algún dolor al que tú quieres contribuir a paliar, y que esto resuene en las mentes y en los corazones de muchos, o por lo menos dentro de un grupo específico que busque informarse, articularse y ponerse en marcha.
Hay que focalizar los esfuerzos en los entes multiplicadores (medios de comunicación, profesores, alumnos, etc.)
La planificación estratégica está en desuso, sobre todo si no se evalúan los aciertos y desaciertos. Lo mejor es tomar la estrategia juvenil de: “tengo la intuición, me lanzo rápido a hacerlo, lo hago barato y luego, voy evaluando mientras hago”.
Hay que focalizar los esfuerzos en el problema, identificando la vocación y la pasión de cada persona que se nos une y luego vamos evaluando y contagiando a más personas.
Es importante la colaboración entre generaciones etarias diferentes. Porque todas tiene algo distinto que aportar, porque la innovación es ser capaz de abrazar lo diverso agrandando los bordes.
La mentoría cruzada es una metodología que permite que las personas que se alían y se la juegan por el éxito del otro. Para ello, cada uno escucha atento a otro, recibiendo lo que el otro tiene que ofrecerte y juntos buscamos soluciones innovadoras.
La generación más antigua tiene que desprenderse de la arrogancia de la experiencia, y dejar de pensar que lo que nos funcionó antes, hoy va a funcionar, pero el mundo cambió y con él sus soluciones. Sin embargo, los grandes principios o líneas de la humanidad siguen siendo eternas.
De la interacción sale lo mejor de los dos mundos, por eso recomiendo las mentorías cruzadas, donde ambas generaciones se abren a aprender.
Consejo
Consejo a los emprendedores es deben “contagiar” y, la clave para eso, es la colaboración. Para que la gente esté dispuesta a hacerlo, es que se debe plantearles un propósito que también les duela.
Una vez que la gente resuena, hay que dejarlos que desarrollen su propia vocación de una manera que va sumando, desprenderse de la ilusión del control y de la seguridad. Hay que acostumbrarse a vivir en la incerteza, y estar atentos a cómo va reaccionando la vida.